miércoles, 5 de mayo de 2010

La puerta verde

No sé de dónde vengo, ni cuánto tiempo llevo aquí. Y realmente, tampoco me importa. Simplemente, un día desperté en este lugar.

Es un bosque poco frondoso, muy luminoso, de colores muy vivos, donde los pájaros cantan alegremente y las ardillas juegan con la despreocupación que da la ausencia de alimañas. Bajando una ligera cuesta, hay un pequeño arroyo. El tiempo es siempre agradable, sol, lluvia suave, ligera brisa. Por las noches se pueden ver la luna y las estrellas.

Hermoso lugar, ciertamente.

Aquí no hay preocupaciones ni obligaciones. Mis días transcurren entre paseos, juegos y siestas. No tengo que preocuparme por la comida o la bebida. Si me apetece, me siento a la orilla del arroyo para meditar, o simplemente dejar pasar el tiempo.

No tengo preocupaciones, no necesito nada más de lo que dispongo. Podría decirse que soy feliz.

O al menos lo era hasta que aquella voz me despertó de mi sueño hace unos días. Sonó como si viniera de todas partes a la vez, una voz omnipresente que retumbaba en mis oídos, como si fuera de un dios, dándome una orden de un modo suave, pero firme:

“Regresa”

¿Regresar? ¿A dónde? Que yo recuerde, siempre he vivido aquí. No conozco otro lugar, y aunque lo conociera, dudo mucho que quisiera ir.

Desde entonces, escucho la voz regularmente. Pidiéndome que regrese. Urgiéndome a tomar el camino de vuelta… hacia un lugar que no sé dónde está, ni siquiera sé si existe. Pero si no le hago caso, la voz no me dejará en paz, y la paz y la tranquilidad no regresarán.

Por tanto, muy a mi pesar, he de partir, abandonar estos hermosos parajes, y viajar a un lugar desconocido.



* * * * *


Llevo varias horas caminando, sin rumbo fijo. El camino no importa, ya que no sé dónde voy. Este bosque es más grande de lo que pensaba, estoy recorriendo zonas que jamás había visto. La verdad es que estoy un poco asustado.

Después de dar vueltas durante varias horas, me detengo, exhausto. Ha anochecido y apenas se ve. El bosque aquí es más frondoso, el silencio es palpable, y desde aquí no se ve el cielo. Mejor descanso aquí o puedo tropezar y herirme gravemente.

Aunque estoy muy cansado, apenas puedo dormir. Las horas pasan lentamente, casi puedo ver la separación entre un segundo y el siguiente. Y después de lo que me han parecido meses… por fin amanece.

Miro a mi alrededor. Esta zona del bosque no es tan hermosa como el lugar que solía recorrer. Los árboles son más viejos, retorcidos, lúgubres. No se escucha ni un solo pájaro… el silencio es total.

A mi derecha parece que el bosque empieza a clarear. Me dirijo hacia allí, con la esperanza de haber encontrado el límite del bosque. Tras unos minutos de caminata, compruebo que efectivamente es así.

Ya estoy fuera del bosque. Ante mí hay una colina, y en ella… una puerta de color verde.

¿Qué hace una puerta en medio de una colina? ¿Qué habrá tras esa puerta verde?

¿Esa puerta es el final del camino?

Seguramente si… pero no quiero cruzar. Sé que si voy al otro lado, todo cambiará, y dudo que lo que encuentre allí me guste realmente.

“Ve a la puerta”. La voz vuelve a retumbar por doquier. Mientras caminaba, había dejado de molestarme, pero ahora que me he detenido… me urge de nuevo.

“No quiero”, me decido a contestarle.

“Ve a la puerta”. “Ábrela”. “Crúzala”

Comprendo que aunque no quiera, aunque me niegue, aunque grite y proteste, la voz no me dejará tranquilo, así que mejor no me rebelo. Con paso cansino, subo lentamente la colina, hasta llegar a la puerta.

Ya estoy delante de la puerta. Es una puerta de madera, sencilla, pintada con un color verde brillante. Nada se escucha al otro lado, no tengo ninguna pista sobre lo que encontraré al abrirla. Pongo la mano en el picaporte, y me detengo.

“Abre la puerta”. Un poco más. “Abre la puerta”. Espera. “Abre la puerta”…

Me decido, giro el picaporte…

Ante mí hay una habitación blanca, de tres por cuatro metros. Completamente acolchada. Enfrente una puerta cerrada. No me gusta. Me giro para deshacer mis pasos… y la puerta verde ha desaparecido, ha sido sustituida por la misma pared acolchada. Agotado y deprimido, me dejo caer al suelo.


* * * * *


Ha pasado un año desde aquel día. El doctor dice que ya estoy muy recuperado, y que pronto podré abandonar el psiquiátrico y salir al mundo exterior, para llevar una vida relativamente normal.

Estoy ansioso por salir, para ver la luz del sol, poder pasear por las calles de la ciudad… y buscar una puerta verde que me lleve de vuelta a mi amado bosque.

8 comentarios:

Yessitha dijo...

plop! creo que habría sido mejor no cruzar, nada garantiza que al salir encuentres otra puerta verde que te ayude a regresar, sin embargo, cada nuevo lugar es una oportunidad que hasta donde yo se no se debe desaprovechar.. Muy lindo.

Mae dijo...

Esas son las cosas de la mente y es cierto que muuucha gente no vive en el mundo real, y que van por ahí sin rumbo fijo, cuando realmente es una de esas puertas verdes las que necesitan.
Es triste, si, pero seguro que no hay mal que por bien no venga...

Por cierto... tu personaje le tiene miedo a la muerte??...

Besos.

Brujita dijo...

y aquien le manda hacer caso de la voz que oye? ehhh???
si es que siempre tendemos hacer caso a lo que no debemos y así nos va...

Ahora en serio.... vivir en el propio mundo ni es malo ni es de locos y sino dimelo a mi que debo vivir en una galaxia paralela

:*

Mellamodolor dijo...

Paredes blancas y acolchadas... qué acogedor!!! Por qué volver al bosque? Hay bichos y hace frío...

...ah, no... fueron ellos los que nos hicieron creer eso, ¿verdad?

Marta (Tuki) dijo...

Regresar a casa, a un sitio nuevo, al mismo sitio pero que ya es otro, a uno mismo, a ninguna parte... ¡Qué más da!

Marta (Tuki) dijo...

Tengo ganas de leer un nuevo delirio tuyo. Cualquier cosa mejor que estudiar macroeconomía =)

Jenn dijo...

Muy tuyo... Muy de cualquiera que tenga en mente un lugar idílico... No siempre se está del lado de la puerta verde que se desea... Y hay veces que no queda más remedio que hacer caso a esa misteriosa vez, aunque en nuestra mente sigamos por ese maravilloso bosque tranquilo...
Besitos.

Mae dijo...

Holaaa. Hay un recadito para los "porreros" en el blog, ok?
Besos.

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