Esta receta, por su elevado precio y tiempo de
preparación previa, está pensada para una ocasión muy especial, única podríamos
decir. Pero garantizamos que al servirla, convertiremos dicha ocasión en un
acontecimiento realmente inolvidable. Porque seguro que tus invitados jamás
habrán visto sardinas que han vivido en una pecera con whisky, y que además
saltan al fuego por propia voluntad.
Paso 1: Criando nuestras sardinas
Debemos comenzar a preparar la receta con un mínimo de
seis meses de antelación al evento programado. Comenzaremos decidiendo cuántas
sardinas necesitamos, en base a la cantidad de invitados que tenemos. Cuando
conozcamos la cantidad, iremos a una tienda de animales donde compraremos una
pecera de agua salada del tamaño adecuado (recomendamos encarecidamente seguir
las instrucciones del dependiente sobre el tamaño y el mantenimiento). Si la
cantidad de pescado que necesitamos es muy alta, y no hay peceras del tamaño
adecuado, siempre podemos hacer construir una gigante en el jardín, o utilizar
la piscina del chalet.
Una vez que hemos comprobado que la pecera funciona
correctamente y no se va a convertir en un Mathausen de sardinas, procederemos
a llenarla de agua mezclada con whisky, para lo que tendremos que respondernos
a estas dos preguntas:
·
¿Cuánto whisky hay que añadir? Según mi propia
experiencia, la cantidad ideal es una botella de 70 cl por cada diez sardinas.
Menos de esa cantidad apenas da sabor a la sardina, y más puede resultar
excesivo.
·
¿Qué whisky le echo? Eso depende del gusto y del
presupuesto de cada uno. Hay que tener en cuenta que los expertos recomiendan
cambiar el veinte por ciento del agua cada semana, lo que significa que si
tenemos trescientas sardinas, habremos usado treinta botellas de whisky el
primer día, y cada semana gastaremos seis más. Claro que podríamos hacernos los
suecos, y para ahorrar un poco reducir la cantidad de agua que cambiamos, o
hacerlo cada dos semanas, por ejemplo. Eso sí, yo recomiendo no acudir a marcas
de whisky especialmente baratas, como las marcas blancas de supermercado, e ir
a lo seguro y adquirir una de las marcas más vendidas, como J&B o White
Label. Que queremos que nuestras sardinas sepan a whisky, no a matarratas ni
alcohol de quemar.
Dejamos el agua con el whisky ciclándose sin peces
durante unos días para que el ecosistema de la pecera se estabilice. Pasados
esos días, ya podemos llevar a nuestras sardinas a su nuevo hogar.
Paso 2: Que las sardinas obedezcan a
su Dios
Aquí comienza la tarea más importante, y a la vez la
más complicada. Porque durante los cuatro o cinco meses siguientes no solo
deberemos cuidar de nuestras sardinas
como haríamos con cualquier pez de acuario, dándoles de comer, limpiando la
mierda las impurezas que se generan y cambiando el agua cuando corresponda.
Además de todo eso, debemos convertirnos en su Dios para conseguir el día
señalado se autoinmolen.
¿Y cómo lo logramos? No hay una regla fija. Como
buenos dioses deberéis encontrar vuestro modo de conseguir que las sardinas
obedezcan a su Amo. Pero como no es nada fácil lograrlo, os voy a dar una guía
paso a paso, que a mí me dio buen resultado.
·
Los primeros días la omnipresencia es
imprescindible. Han de acostumbrarse a tener siempre tu imagen siempre
presente. Han de verte observándolas, vigilando sus actos, juzgando. Han de ver
que eres tú quien les da de comer, e incluso beber del agua en la que viven (de
todos modos, tienes que comprobar si la concentración de alcohol es adecuada).
Cuando no puedas estar presente, una fotografía reciente servirá para que no
noten tu ausencia.
·
Cuando ya estén acostumbradas a tu presencia, debes
comenzar a desaparecer. Estas desapariciones han de estar acompañadas de
pequeños desastres, como una menor cantidad de comida, una ligera disminución de
la temperatura del acuario, o llevar la Oscuridad a su mundo. Sin pasarse, que
queremos asustarlas, no matarlas. Cuando regreses, trae contigo la abundancia y
la comodidad que antes les has negado. Al principio se mostrarán desconcertadas
y atemorizadas, y con el paso del tiempo, aprenderán a reclamar tu presencia
mediante rezos y adoraciones, para que les quites la desgracia. Comienza
respondiendo raudo a sus rezos, y ve haciéndote de rogar conforme avancen las
semanas.
·
A estas alturas habrá pasado aproximadamente la
mitad del tiempo de crianza, y las sardinas serán fieles a su Dios con una fe
absoluta. Es el momento de empezar el adiestramiento para que hagan lo que les
ordenes. Comienza con tareas relativamente sencillas, como hacer que naden en
la misma dirección. Usa órdenes verbales (aprenderán a identificar los
sonidos), señales con las manos y moverlas tú directamente. También es
importante la ayuda visual: enfoca un proyector hacia la pared del acuario y
muéstrales imágenes sencillas con lo que quieres que hagan. Si te hacen caso,
dales un premio. Si no, castígales.
·
A falta de una semana del gran Día, comprueba su
nivel de obediencia ordenando un sacrificio sardinil. Se resistirán un poco, pero
lo harán, porque su fe estará por encima de cualquier otra consideración.
·
Si la prueba anterior ha sido un éxito, es el
momento de prepararlas para el Día de la Transformación. Deberás conseguir que
el día señalado, a una palabra tuya, salten ordenadamente del borde de la
pecera hasta una parrilla encendida. Deberán pensar que con este acto de
inmolación llegarán hasta ti, su Dios. Y técnicamente será cierto, porque
llegarán hasta tu estómago, y el de tus invitados.
Si todo ha seguido el curso correcto, ya estáis
preparados para el Gran Día.
Paso final: que comience la función
La preparación del escenario para el Gran Día ha de
ser cuidadosa. Transfiere tus sardinas de la pecera a un contenedor portátil,
para poderlas llevar al lugar elegido para el espectáculo.
Recomendamos
encarecidamente hacerlo al aire libre, en un jardín o parque lo más espacioso
posible.
Coloca el contenedor junto a la parrilla donde van a saltar las sardinas, además de lo necesario para cocinarlas (utensilios de cocina, aceite, salsas, especias…). Ordena los asientos de los comensales formando un semicírculo alrededor del escenario. Una vez que estén todos sentados y expectantes, haz que comience la función. Da la orden que han aprendido, y las sardinas deberían saltar al fuego solas, donde quedarán bien asadas.
El espectáculo de verlas saltar, junto a la pequeña
llamarada que surge por el contenido de alcohol de sus cuerpos, y el sabor que
deja el whisky con que han sido macerados, convertirán una simple merienda en
una experiencia digna de recordar, que tus comensales comentarán durante largos
años.
No se me olviden de comentar el resultado del experimento culinario que acabo de presentar.
No se me olviden de comentar el resultado del experimento culinario que acabo de presentar.
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