martes, 17 de marzo de 2009

Nadie

Estaba sola. No había nadie más en el mundo. O al menos eso creía: desde el día que despertó no había visto nunca a nadie. Y su vida había sido muy larga.

Eso le ponía triste. El mundo era demasiado grande para que no hubiera nadie más. Se preguntaba qué había pasado, ¿Una guerra que acabó con todo? ¿Una enfermedad contagiosa? ¿Invasión de otros mundos? ¿O nunca había existido nadie antes que ella?

Esas preguntas asaltaban su mente mientras paseaba por el hermoso mundo que tenía ante ella. No tenía problemas, la comida era abundante, no había peligros y no era difícil encontrar un quehacer cuando se aburría… pero sentía que necesitaba algo más. No podía explicar el qué, simplemente… algo más.

Aunque el mundo era grande y tenía curiosidad por ver cómo era, no se alejaba mucho de su zona habitual. Aunque no había encontrado nunca nada peligroso, no podía asegurar que un poco más lejos todo siguiera siendo seguro. Además, se conformaba pensando que el resto del mundo no podía ser muy distinto a donde estaba.

Aquella mañana la sensación de hastío era más intensa que de costumbre. La melancolía era palpable ese día. Pensando en sus cosas, no se dio cuenta que en su paseo se estaba alejando más de lo habitual, acercándose a las cuevas del norte.

Escuchó un ruido. Pegó un brinco, sobresaltada. Jamás había escuchado nada que no fuera su propia voz o los ruidos que ella misma hacía normalmente, así que no sabía qué era ese sonido, ni si representaba algo peligroso.

Sabía que no debía ir, que no sabía lo que era, que era peligroso. Pero la curiosidad era más fuerte, así que lentamente fue hacia el origen del sonido, la tercera cueva de la hilera inferior.
Entró muy despacio, procurando no hacer ruido. Preparada para huir ante el menor problema. El sonido, como de movimientos despreocupados, estaba tras la pared.

Asomó la cabeza… y ahí estaba. Otra como ella. No estaba sola. Estaba sentada sobre una roca, mirando absorta un objeto que tenía entre sus manos., por lo que todavía no la había visto.

Cuando su semejante levantó la cabeza y la vio... la miró asombrada. Se levantó lentamente.
Durante unos minutos se miraron, sin decir nada, sin hacer ningún ruido. Casi al unísono, empezaron a acercarse una a la otra, lentamente, con más reverencia que miedo. Cuando estuvieron al alcance de la mano, la extendieron. Unieron sus manos, y sonrieron.

Ninguna de las dos pensaba que hubiera otra neurona en esta gran cabeza vacía.

5 comentarios:

Txispas dijo...

jajajaja, genial, me ha gustado mucho, lo que me he reído al final... jajajaja

Brujita dijo...

no eran dos... era su sombra que aburrida se habia independizado.

Imaginate dos neuronas pelandose? dios que horror!!!! :D

Jenn dijo...

Muy bueno, jejejejejejeje. Sorprendente el final, no me lo esperaba para nada, jejejejeje, ideal para abstraerse un poco de todas las ideas cerbrales que discuten ahora mis neuronas.
Besos.
PD: Ya desperté, puedes pasarte cuando quieras ;)

Anónimo dijo...

Mmmm además de la sombra pudo haber sido su prima, su gemela perdida, o su gemela malvada, todo puede ser no? por eso mi rata no comparte espacio y ya conoce bien todo el terreno, pa'evitar sorpresas jojojojojojo

Txispas dijo...

Nueva encuesta en mi blog... esta vez de tratamiento psiquiátrico

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